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Como grupo de investigación nos interesa construir un diálogo crítico, plural y comparativo entre la violencia fundamentalmente política, urbana y social y su representación cultural en Latinoamérica, sobre todo en la literatura, las artes visuales y la cinematografía. Buscar sus entresijos, sus verdades a medias, sus discursos disimulados; también la sintaxis evidente, no por esto menos fructífera para el análisis. Ver cómo las violencias trasvasan sus formatos de enunciación y su focalización geográfica y contextual para convertirse en un tema recurrente, definitorio, del imaginario de la sociedad contemporánea.

Así mismo nos mueve la mirada transdisciplinaria bajo la cual se posibilita el contraste dialógico, que siempre será enriquecedor, entre la literatura, la fotografía, la plástica y el cine con otras disciplinas como la filosofía y la sociología. Observar una fotografía de un evento como El Caracazo en Venezuela en 1989, el cual todavía no agota los acercamientos que construye en tanto paratexto político y cultural, a través de lecturas teóricas provenientes de la sociología; o leer desde la historia la narrativa de Diego Zúñiga (Iquique, Chile, 1987) con sus sujetos víctimas de un sistema al cual le acomoda la violencia como tecnología o las últimas novelas argentinas que se interrogan por la condición traumática del sobreviviente-testigo.   

Tampoco podemos dejar de mencionar el intento por enfocar las violencias mediante el desmontaje que realizan algunas construcciones alternativas, las “prácticas emergentes” teorizadas por Said, las cuales operan como constructos para contrarrestar la representación hegemónica del espacio académico más tradicional y de esta manera generar una comarca discursiva con nuevos paradigmas identitarios. 

Por último, no dejamos de creer en la posibilidad de generar una discusión que produzca no sólo un análisis lo más transdisciplinario y críticamente polifónico de las violencias sino también (algunas) líneas de ejecución que puedan aminorarla.

En definitiva: que nuestros documentos de cultura confronten y puedan silenciar (o al menos intentarlo) el documento de barbarie.